A falta de guerras y bicentenarios, el mundial de fútbol se transforma en el factor más efervescente del nacionalismo; pero sobre todo, del nacionalismo ficticio con el que se nutren países como el nuestro. Porque el Diego es un prócer que, a decir de Alabarces, marcó distintos hitos en lo futbolístico y también, paralelamente, en la construcción identitaria nacional por parte de un Estado históricamente incapaz de imprimir una tónica patriótica en su población.
El fútbol mundializado no sólo es una herramienta política, sino también, y esto se cae de evidente, uno de los negocios más rentables para empresarios, jeques y ex futbolistas. El fútbol cotiza en bolsa. Tal vez la especulación financiera se trasladó al propio juego 2010, que tan pocos goles nos está regalando hasta ahora (además de la pelota; una de trapo es más dominable). Mucho ruido y pocas nueces. Mucha vuvuzela y poco waka-waka.
Precisamente, el equipo más efectivo por el momento es el que más jugadores nacionalizados tiene: Alemania. De los cuatro goles que hizo (de los pocos hechos por delanteros), dos fueron polacos y uno brasileño. Y esta circunstancia habla de los movimientos migratorios, de las crisis de los paises periféricos y del poder de las grandes potencias para contar con una mejor preparación y una mejor selección elaborada desde sus ligas nacionales, sostenida por grandes empresas-clubes. Es decir, que las nacionalizaciones también son un gran negocio. Messi jugando para la selección de Argentina apenas es una excepción.
Las curiosidades son incontables. Entre las apostillas con las que los periodistas deportivos rellenan el espacio de los programas dedicados al mundial (que es mucho), y que en numerosas ocasiones están vinculadas a cuestiones políticas sobre las naciones que los distintos equipos representan, podemos hacernos cantidad de preguntas. También sobre cuestiones himnóticas.
¿Cuántos chechenos o sud-osetios gritaron los cinco goles que Oleg Salenko le hizo a Camerún en 1994, jugando para la Federación Rusa, reciente descomposición federativa de la Comunidad de Estados Independientes y antes de la U.R.S.S.? ¿Cuántos saharauis revolotearon sus babuchas con el gol del marroquí Krimau a Portugal en 1986? ¿Dónde aprendió el himno paraguayo el hasta hace tres meses argentino Lucas Barrios? ¿Y Santana, que dice no sentirse paraguayo ni de lejos? ¿Cuánto de waka-waka y o-oo-ooh david-bisbaliano hay en el coreo que los hinchas argentinos hacen del himno? ¿Para cuándo el himno dentro del top ten? ¿Para cuándo un trapo con el Diego abrazando a Mariquita Sánchez de Thompson? ¿Por qué un norcoreano llora de emoción con su himno y un surcoreano hace el saludo militar con su mano en visera? ¿La selección de Catalunya o la de Euskadi le haría el ole a la española, plagada de vascos y catalanes?
En fin, qué sentirá Dejan Stankovic, por ejemplo, que se convirtió en el primer jugador en vestir las camisetas de tres países distintos en mundiales: la República Federativa de Yugoslavia en 1998, Serbia y Montenegro en 2006 y Serbia, a secas, ahora en Sudáfrica. ¿Esquizofrenia nacionalista? ¿Internacionalismo unitario? ¿Algún montenegrino cree posible volver a ver a su nación representada en otro mundial? ¿La balcanización llegará a escindir al Monte del Negro?
Posiblemente en las próximas eliminatorias encontremos más atomizaciones. Las selecciones de Flandes y de Valonia se perfilan como las nóveles reemplazantes de una Bélgica vieja y monárquica que también sabe dividir entre pobres y ricos; es decir, entre sur y norte. Hablando de belgas, acá abajo va un acertijo sencillo al respecto, a ver quién se le anima.
6 comentarios:
ayer fui un rato a pza san martín y era todo muy raro, como la promesa de unión y de carnicería al mismo tiempo
bueno,
un estado-nación es un poco eso, no?
Y sip, como los unitarios y los federales.
Una pena que nadie se le animó al acertijo. O de tan fácil no valía la pena contestarlo.
Clarisimo: el valon lo tiene Diego en la zurda y flamenco son los 6 bailarines de naranja!
El el proximo Mundial la Republica Democrática de Boedo lo gana de punta a punta.
Diego tiene el Balón. Eso responde quién es valón. Flamenco es el propio Diego, que está parado sobre una sola pata. O pierna, mejor.
Los belgas, sean francófonos de Valonia o flamencos de Flandes, sólo son espectadores del enigma.
mmmm, puede ser, pero me gusta más mi respuesta.
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