domingo, 3 de julio de 2011

El ritual del fueguito

Carlos Aldazábal, Marcelo Carnero y Paula Jiménez

Los fueguitos comenzaron a encenderse como una corona de pecas en la oscuridad de Los Laureles. Una nueva jornada del ciclo estacional Arrojas Poesía al Sur, dedicado al poeta barraquense Jorge Arrojas, comenzaba con el invierno. Y los fueguitos, como en el texto de Galeano, colmaban el bar luego de la ofrenda obligada al otro fueguito (arrojas-hierbas-a-la-llama), el del Inti Raymi, que bailoteaba de frío en la vereda, al balanceo del brasero de hierro forjado por Carlos Pellella. La fiesta del Sol también puede encontrar su lugar de celebración en la noche invernal.

Al abrigo de la penumbra, el acordeón de María Laura Boscariol y un texto de Susana Villalva por Zulma Ducca inauguraron el encuentro. En la primera tanda de lectura, Ángel Belmond leyó poesías propias y de compañeros del Taller Cooperanza (del Hospital Borda); y Miriam Merlo, de la Cooperativa Editorial Eloísa Cartonera -que por ahora no escribe poesía pero pinta las características tapas y arma los libros-, leyó poemas de Espíritu de los peones de Cristian Aliaga, argentino que vive en la Patagonia y fue editado por Eloísa. Por su parte, Zulma Torres leyó poemas de Jorge Arrojas.

A continuación, Sara Mamani enhebró imaginariamente el fueguito que crujía detrás del ventanal con su voz salteña y quebradeña y lo trajo al interior del bar. Y en ese entorno de imágenes norteñas en pleno sur, la cantautora se acompañó de charango para regalar un huayno por aquí, una copla por allá y hasta algún aire de joropo venezolano, que gran parte del público siguió a coro, entre los fanales y las copas de vino.

La segunda tanda de lectura reunió a tres jóvenes poetas que leyeron versos urbanos y contundentes, al calor de un tendal de luces (fueguitos, foquitos) y tres velas ardientes. El salteño Carlos Aldazábal, co-fundador junto a Emiliano Bustos de la editorial de poesía Suri Porfiado, leyó primero y, contagiado por su coprovinciana cantante, se despachó con una coplita. Luego fue el turno del boquense Marcelo Carnero, integrante de la editorial Curandera, quien extrajo de su obra una serie de versos descarnados que le agregaron misterio al juego de luces y sombras de la mesa. Cerró la poeta, periodista y psicóloga Paula Jiménez, integrante del Frente de Artistas de la comunidad LGTB, con una serie de experiencias de viajes, postales movedizas de vivencias nómadas.

Otras imágenes difusas y monocromáticas se dejaban mirar al otro lado del bar, como pequeñas vitrinas al invierno inmóvil de la ciudad. Se trataba de la muestra de fotografía estenopeica, realizada con cámaras artesanales y residuales, a cargo de Natacha Ebers, artista del barrio de La Boca.

Para terminar, Marta Sacco, organizadora del ciclo junto a Doris Bennan y Zulma Ducca, leyó el mentado cuento breve de Galeano, "El mundo". Pero el mar de fueguitos continuó ardiendo hasta pasada la medianoche, gracias a los que suelen musicar las noches de Barracas con tangos y chacareras, como el cantor Omar Casas y el guitarrista Jorge "Garantía" Cavallier; y la lectura de otros poetas que tuvieron el micrófono abierto, como Victoria Schcolnik, Alberto Blanco y el recitador del barrio Roberto Flores.

De fondo, sobre el puente ferroviario pasaba el último tren desde Constitución, con sus ventanas vacías y azules, fueguitos helados que esperarán la próxima estación para derretirse en una promesa de sol.


Video: Juan Diego Romairone. Música: "Infancia", del Chango Spasiuk

1 comentario:

Santiago dijo...

Muy bueno! Felicitaciones a la organización y al compañero Romairone por la realización audiovisual. Ojalá pueda estar colaborando para la próxima.