martes, 22 de diciembre de 2009

La posse del muertito contento


En un viejo posteo manifestamos la base surrealista en la percepción y en la expresión de todo niño y niña, la cual se va diluyendo a medida que la escuela ejerce su función normalizadora. Pero siempre quedan restos inmaculados de limadura naïf generando ruidos.

Los programas pedagógicos sobre historia, como toda historia, son construcciones de la realidad con intenciones ideológicas (del catálogo de la carrera de Ciencias de la Comunicación). Bartolomé Mitre fue uno de los ideólogos de los mitos de la historia argentina (mucho antes que Pigna), plasmados en grandes relatos que ensalzaban a próceres como San Martín y Belgrano puros, monógamos, machos y carentes de vicios.

Pero siempre, aun antes de la publicación de las obras mitristas, e incluso en la actualidad, existe una manera particular de contar la historia. Por ejemplo, en el reciente libro publicado por el Archivo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, La Educación Pública. Del Municipio a la Nación (1857-1886), una recopilación de archivos realizada por el sociólogo Federico Basualdo, encontramos una carta del director de Escuelas del Municipio, Marcos Sastre, fechada en 1871, donde presenta el programa y el reglamento para las escuelas municipales. Allí podemos leer sobre la historia argentina, dijo, arjentina:

"6. Historia Arjentina [del primer grado]: las invasiones inglesas; revolución del año 10; proclamación de la Independencia en Tucumán; rasgos biográficos de Belgrano, San Martín y Rivadavia, con relación á los hechos históricos; Dictadura de Rosas, cruzada de Montecaseros." (Subrayado nuestro, no hay nada inintencional).

Con la consolidación del Estado-Nación argentino, el dispositivo escolar, reforzado por la Billiken, reprodujo el mito mitrista sobre San Martín durante muchos años, con algunas variaciones según el momento histórico, cincelando nuestro cerebrito virgen como si fuéramos militantes universitarios de cassette, para después reproducirlo en hojas canson perdidas porái. De hecho, todavía en la década del ochenta post-dictadura, la versión del sargento Cabral seguía haciendo mella.

Según lo hallado por este servidor en un block de uso propio de 1987, año del primer grado -y más allá de los atisbos poéticos rupturistas-, así nos dejaba la escuela:

Jose de San martin

La hoja del arbol mas lindo del mundo. nos apasiona a los argentinos como a los chilenos que es nuestro vecino. San martin creo el cuerpo granaderos a caballo. pero el problema de San martin fue que cuando callo del caballo y el caballo le aplasto las piernas a el justito venia un ingles y vino el gral. cabral tira el tiro el ingles y murio gral. cabral

muchas gracias al gral. cabral que le salvo la vida a San martin.

Terrible. Se dice que Cabral, al morir, en realidad dijo: "Muero contento porque los niños del primer año escolar me van a idolatrar como al mismísimo general don José". Pero claro, tampoco se puede subestimar la capacidad crítica que todo niño y niña ejerce, por más mínima o basada en el surrealismo naïf que sea.

Y además de los mitos históricos en los programas pedagógicos, tenemos que también el bartolo de Mitre se guardó de dejarnos una tribuna de doctrina periodística. Una doctrina que en 2009 levanta casi los mismos preceptos que el año de su fundación en 1870, así de lata. Desde el diario La Nación el nuevo ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires nos adoctrinó sobre temas de seguridad. Y quienes dijeron que la una no tiene que ver con la otra para defender los disparates de Abel Posse, no tienen un mínimo de capacidad relacional. Porque la ecuación no sólo se da por el lado de que la inseguridad se combate con más educación. Desde su propia gestión en Educación deberá lidiar con temas de seguridad. Hace quince años las escuelas no tenían seguridad en la entrada. Y hoy, uno de los reclamos docentes y de los familiares de los alumnos es que restituyan la seguridad en el acceso a algunas escuelas ubicadas en barrios de alta vulnerabilidad social, que el Pro retiró hace algunos meses. Según la perspectiva del nuevo ministro, esa seguridad debería asignarse al servicio penitenciario, para tener a la muchachadita peligrosa en escuelas-cárceles, a la manera del panóptico de Bentham.

Mientras tanto, Posse -que es proa del desembarco duhaldista en la capi, en paralelo a los rumores de saqueos decembristas que generen más sensación de inseguridad entre los vecinos porteños- se dice peronista, apelando al comodín del mazo de cartas ideológico; porque como término polisémico, el peronismo puede englobar tanto al nacional y popular como al fascista. A Posse le sobra la vergüenza ajena como para autodenominarse fascista, como hiciera el español José Calvo Sotelo, diputado monárquico muerto a manos de los republicanos días antes del pronunciamiento de Franco. Pero de tan estigmatizada que está la palabra, posiblemente no se atreva a asumirla como propia ideología.

En un artículo de La Nación del 17 de agosto de 1998, y justamente hablando del padre de la patria, exiliado y olvidado en Francia, Posse decía refiriéndose a los enemigos: "En nuestra republiqueta de gozadores, carnívoros, solo los mediocres, los atinados, mueren en la resplandeciente armonía de la clínica".

Es una suerte que la transmisión de las políticas educativas desde la cabeza ministerial hacia los y las niñas no se dé directamente a través de una correa sin mediaciones. El campo docente goza de cierta autonomía para evitar que en poco tiempo el piberío ande diciendo por ahí que el sargento Cabral murió contento en el campo de batalla porque había batido a los pobres y chorros trotsko-leninistas que se atienden en clínicas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

qué decirle, cabral no es sólo una figurita del billiquen -y sin embargo que imagen tan potente-; no pocos chamamés lo recuerdan, heróico, muriendo por ese otro que, se nos dice, sí valía la pena; morir por algún otro, vaya si lo han aprendido los correntinos -sabrá usté, mi familia lo es-, los chaqueños, y algunos otros del mal llamado interior -y sino piénsese en esa guerra y en esos pibes poniendo el cuerpo por tipos como astiz, que, claro, sólo posaron para la foto...

g.-

Luc Pierrot dijo...

No se me enoje, hay más ironía que otra cosa. No me parece mal, fingiendo patriotismo, rescatar a cabral por su rango de cabo (porque fue sargento póstumo), en representación de todos los que tuvieron que poner el cuerpo en esas situaciones, y que sea un prócer popular. Hay un cuento de Martín Kohan, "Muero contento", que habla a grandes rasgos de cabral y de cómo se hace para ser un héroe popular.
La nota viene por el lado de que los mitos fundantes se alimentan de incidentes no corroborados y discursos heroicos y poco probables. Y cómo todo eso puede ser utilizado como canal ideológico. Toda la nota es una exageración, pero bue, se ve que posse no se la bancó y renunció apenas la leyó (dijo, entre otras cosas, que no quiere ser un héroe solitario y que se va ahora para no irse muerto en 40 días -sin clínica mediante?-). Ya se ve, hasta él se morfó el mito sanmartiniano. Se viene esteban "patio" bullrich.

Anónimo dijo...

claro, sí, le había leído en esa clave... al final, ¿posse era una mera posse? tanto ufanarse de no querer morir "en la resplandeciente armonía de la clínica" -un verdadero fascista de combate- y le arrugó el mano a mano a tito nenna (en la puerta de un colegio, según afirma en LN)

saludos
g.-