La cuestión es que antes de que la era digital extrapolara los límites de lo finito hacia dimensiones inciertas (por ejemplo, hoy podemos decir que -relativamente; elemental, mi querido Albert- la Internet es infinita; o bien, gruesita), hubo creaciones analógicas que desafiaron las fronteras de lo perceptible. Porque, ¿cuándo terminamos de subsumir un objeto dado?, ¿cuándo terminamos de comprender los múltiples escorzos de un dato exterior que se empecina en su continuidad sin fin aparente?
Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, de The Beatles, además de ser considerado el mejor elepé de la historia del rock por muchos músicos, innovó en varios aspectos del objeto disco. Por ejemplo, es uno de los primeros que incluye un tema fantasma. Fantasma porque no sólo está perdido precedido de un silencio al final del último tema como parte del mismo track, sino que además da miedo realmente. Luego de la orgásmica tensión que generan las cuerdas de A day in the life, hay un silencio y más tarde un tono de alta frecuencia (esos que sirven para ahuyentar perros), al que le siguen ruidos de ambiente, grabaciones al vesre del diablo tipo Xuxa y una frase ininteligible (algo así como never could see any other way) dicha por un niño (recurso que utilizaría en los noventa Pearl Jam en el sublime testamento del grunge: Vitalogy). Esa frase infante y truculenta se repite hasta que el CD termina en fade out. Pero en 1967, cuando ni siquiera había tocadiscos automáticos, el vinilo rebotaba y seguía reproduciendo ad infinitum ese fragmento. La estética se asomaba al infinito aprovechándose de la técnica.
En el ámbito de la literatura, la novela Rayuela, de Julio Cortázar, otra obra archiconocida, también se le animó a la inconmesurabilidad. Toda persona que la haya leído sabe que hay dos formas de acceder al texto, una leyendo los capítulos en continuado del 1 al 56, y otra alternando esos capítulos pincipales con otros complementarios que ramifican aún más la historia. Pero esa forma de leerla, sugerida por el autor, termina con la secuencia de los capítulos 131-58-131, que se inter-remiten. Es decir, que habría que volver indefectiblemente sobre uno (58) y otro (131) sucesivamente para alcanzar la lectura total de la novela. Cortázar, que escribió Rayuela para que se lea de una sola manera, y no de las dos como solemos hacer todos los snobs que caemos en sus garras, tal vez se hubiera regodeado con el siguiente diálogo: ¿Leíste Rayuela? Sí, de las tres maneras. Cómo de las tres maneras, hay dos formas de leerla nomás. No, yo ya la había leído de las dos formas y todavía sigo con la tercera, estoy hace tres años empantanado entre los capítulos 58 y 131, un diálogo medio limado y como monotemático, así, de manicomio, pero bué, regio.
Para concluir este desvarío, que no es infinito, debemos mencionar una herramienta que colabora en el proceso de producción de la bebida que nos convoca, el vino. Se trata del tornillo sinfín, que conduce las uvas a las moledoras, pero no tiene más que una semejanza léxica con el infinito. En fin(ito), hay variadas formas de acercarse o representar el infinito, la eternidad, el punto rojo, los boleros (que se quede el infinito sin estrellas). De hecho, para cerrar una vida lúdica al mango se podría probar con un escalectric. Además de tener la forma ∞, ya debe existir alguno con el trayecto de un solo plano a lo moebius. Habrá que ver quién tiene ganas de jugar a las carreras for ever. Porque experimentar el infinito, al fin y al cabo, también puede resultar muy tedioso.
7 comentarios:
como dice usté, sub-lime
y lo que será el azar, ayer estaba garabateando algo, lo del fenómeno y su casa que ya le he comentado, y use la misma figura del finito gruesito -esa figura algo obesa-; ¿telepatía ludopática?, ¿telefonía sin hilos?
será de dios...
g.-
una historia social del infinito sería algo bueno
las formas que adquiere según el lugar y el momento, digamos.
si, es verdá lo anterior, fíjese nomás que la telefonía sin hilos que refiero es un fragmento de algún poeta que antaño soñaba en telegrafiar sin hilos (pondría sin hilos en bastardilla, pero no sé cómo), justamente, porque no la había inalámbrica y hoy la hay hasta el hartazgo
en fin, los sueños del poeta al tacho de los días, un pedazo de infinito que se hace cotidiano
g.-
¿In-finito es estar a favor de lo ancho?
Veo que ha Luco tomado dos de mis obras preferidas:
- El Sargento fue el primer disco de los bitels que tuve, y escuchar Within you without you en medio de una humareda es harto cuelgue.
- Con Rayuela me inventé una ley idiota de leerlo cada dos años. Funciona requeté!
Y ahora tengo que tipear la palabra "undiar" para que el sr. Blogger me deje publicar este comentario en tu blog, pues es la forma q tiene de demostrar q yo estoy acá pensante y acabo de escribir esto y no soy span automático (cosa q debe ser infinita).
Será de dionisos, punto g.-, se ve que la conexión es múltiple y pareciera que andamos todxs enroscados en las mesmitas nimiedades. Y sí, es una pena, pero las metáforas tienen fecha de vencimiento.
Taría buenazo eso de una historia social del infinito. Tal vez se haría difícil llegar a las conclusiones. Encontrar el acabóse, el point de capiton, el punto g.
Sabía de tus gustos, estimado Jim, para alguien tan adepto al panóptico no podía ser menos. Calculo que in-finito debe connotar más una oposición al finito que te decora de humo la escucha de Within you without you.
uy luc hace un montón que no entraba en tu blog, creo que desde 1964 cuando creimos en vandor.
Me reí de cosas de Cuba, Balbalo, es la balabalie representada, cuanta razón tuvo Fontanarrosa (en eso de las erres cubanas)
Un día voy a contar una anécdota de otoriinolaringolos y viejas cultas de barrio norte.
Y en cualquier momento te llamo y nos vemos.
Espero que estés bien.
Un abrazo grande y me gusta mucho lo que escribís. Sos un el Victor Hugo (morales) de la crónica diaria. Un pueta bah
saludos a Tia y Abuelo
nacho
Saluc Nach! Bellas y nostálgicas palabras.
El 64, vandor, los colorados en el ejército, illia y dios. Yo creía en todos.
Y en la cuba casi que le robaste el papel protagónico a Balbarico. Espero ansioso tus anécdotas y el llamado, claro.
Se vemo pronto.
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