domingo, 4 de mayo de 2008

Esquirla de novela (Parte nuestro)

Se alarga la estación. Y entonces, nos aburrimos de frío. Cada uno cumple una función diferente en la locomotora, pero no es divertida si no llega la próxima estación.

Hay gritos que circundan el cielo y nos amenazan con uno o más inminentes picotazos de aturdimiento. Quizás necesitemos paraguas, o auriculares capaces de neutralizarlos. Auriculares que reproduzcan silencio, y así no escuchar nada de lo que baje del cielo circundado por gritos y circuncidado por aleteos de guadañas.

Hace falta algo. De eso estamos seguros. La carencia es lo único que no nos hace falta. Ah, tampoco queremos nada que se asemeje a Nosotros, para eso estamos Nosotros.

El otro día no, el anterior, nos caímos en un pozo con fondo. Y acá estamos, todavía en el fondo, pero pisando suelo firme. Cada tanto uno calla y quiebra el silencio, entonces se avecina el amanecer del otro día.

Faltan muchos espejos ante los cuales rendirse. Queremos sentirnos dominadores del reflejo, vernos arrodillados ante Nosotros, suplicantes, serviles. Faltan muchos espejos.

Si mal no recordamos, el río se evaporó sin resistencia, acosado por enormes soles y por millones de fuegos fatuos de fantasmas en pena de otros ríos evaporados. Si bien olvidamos, mejor.

Siempre nos ponemos adelante del obstáculo, cosa de no dejarlo pasar. Eventualmente, pasa y nos echamos a dormir. Eventualmente, no pasa y el tiempo se detiene. Pero la mayoría de las veces, el obstáculo nos detiene el sueño y nos echa del tiempo.

1 comentario:

T. dijo...

Nunca fui de vinos, pero bien por sus varietales Luc!

La ausencia nunca nos falta, e cierto e.

guelcam.