Una playa, indiferente como pocas. Dos soles que coinciden superpuestos en sus respectivos amanecer y atardecer, en un solo punto cardinal. El más cercano, anaranjado, con un fulgor moribundo, agonizante, como apagando su sed a medida que se sumerge en un mar cuya extraña corriente se dirige de izquierda a derecha. Por detrás del ocaso, un sol amarillo y sucio se eleva sobre una corriente marina que va en sentido inverso a la correntada más cercana, o sea, de derecha a izquierda.
Dos soles que convergen en un mismo plano, o el mismo sol que se ha encontrado consigo mismo por un capricho del tiempo.
Cuánto sueño que tenía. Sin embargo, estaba por despertar.
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1 comentario:
Diría q tu pluma es virtuosa, pero sería tu teclado en este caso.
Igual creo que tampoco es el teclado...
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