viernes, 7 de diciembre de 2012

Reflexiones insomnes



¿Me puedo morir de insomnio? Es una idea que me ronda precisamente cuando estoy dando vueltas en la cama sin conciliar el sueño. El insomnio desdibuja los límites y a la vez te hace pensar en cómo será esa frontera inalcanzable, ese horizonte sin aduana, como el telón negro pintado de estrellas que, cuando era chico, pensaba que había en el confín del espacio. Y ahora también lo pienso, por qué no. El insomnio es eso, el pensamiento triturando toda chance de relajo, una idea que de tan intensa nos retrotrae al desvelo. Tal vez me transforme en zombie, en insomne-vivo o muerto-insomne, y me ponga a buscar cerebros que almorzar, a intentar hincarle el diente a sueños ajenos entreverados en alguna circunvolución del seso de turno. Alimentarme de sueños para dormir podría ser el camino para minar la vigilia. Pero ni idea dónde habita el sueño; ni si el canibalismo me va a devolver la somnolencia. La saliva se agolpa en mi boca, no sé si de tentación o vuelco inminente.

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