el péndulo se detiene
y las agujas
agujerean a machetazos desorientados
desoccidentados
los límites,
allanan y estallan
las matas circunvaladas
de las burbrújulas.
arañan un áspero destino
sin márgenes en sus flancos
sucumbido de presencias.
el fluído tiempo torrente
en un beso barroso
roza el cauce de su dura boca
y dura
hasta la desembocadura,
donde el aliento neblinoso oculta
la tierra aislada
de su oleado horizonte.
el caudal se despereza,
se ensancha y aflora
en la eterna infinita anónima
multitud acuática.
la tierra comienza a girar.
y el péndulo se balancea.
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3 comentarios:
Confirmo lo que intuía: tu escritura es un juego melancólico, Luc. Y en la geografía de este poema, en particular, se ve con toda transparencia.
Cheers!
Gracias tevs. Y sí, barrocamente melancohólico. Y si nos ponemos eruditos, recordamos a Heráclito y dejamos de lado el eros, el tanatos y hasta el mismísimo cronos de la cuestión, te diría que acá hay mucho de kakos (de paso aludo a tu nick de "soy un pequeño delincuente"). Malesemo...
Abrazo
Me gustó la vuelta de tuerca del final. O la tuerca de vuelta a la final.
Saludos,
Mauro.
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